Columna de Guillermo Larraín: Reforma previsional y la reducción de la incertidumbre



Hace casi un siglo, Frank Knight hizo una distinción fundamental entre riesgo e incertidumbre. La economía puede funcionar con riesgo, pero no con incertidumbre. La inversión a largo plazo es posible cuando la empresa logra estimar cuán probables son distintos escenarios. Pero este argumento pensado para la economía se aplica también a las personas y la sociedad en su conjunto.

Podemos vivir bien con riesgo, pero no con incertidumbre. Cuando no podemos asignar probabilidades a los eventos que marcan nuestra vida, la consecuencia es alguna forma de alienación. De hecho, hay torturas que reducen la predictibilidad de todo, como la regularidad de la luz de día.

Conocer la probabilidad de algo no es trivial. La mayor parte de la gente no puede asignar correctamente probabilidades a eventos triviales de la vida. En parte, esto es porque las probabilidades no las asignamos usando datos y una metodología científica, sino que nos basamos en sesgos cognitivos. Mucha gente se asegura menos de lo que corresponde porque siente que a ella o él no le ocurrirá lo que probablemente le termine por ocurrir: un accidente, una enfermedad grave o… envejecer.

En un sistema de pensiones de contribución definida como el chileno, el individuo está expuesto al riesgo financiero. Sin embargo, siguiendo la distinción de Knight, como la enorme mayoría de las personas no logra asignar probabilidades de ocurrencia a que caiga la bolsa o suban las tasas cortas aunque bajen las largas, para ellos lo que vivimos no es riesgo. Para los individuos, es incertidumbre financiera.

Hay que reducir la incertidumbre de cómo será la vida en la tercera y cuarta edad. Eliminar la variabilidad de los retornos financieros en la fase de acumulación es inviable porque el ahorro debe invertirse en activos financieros que son en sí mismos variables. ¿Una garantía de rentabilidad? Los fondos de beneficio definido están en via de extinción porque proveer una garantía de rentabilidad es muy riesgoso. ¿Qué hacemos entonces?

La reducción de la incertidumbre es un desafío sistémico, no de cada componente. La PGU juega un rol crucial para los grupos más pobres. El riesgo de tener ingresos por debajo de la PGU desaparece. Antes de la PGU, el Estado gastaba un 0,8% del PIB en esto, hoy un 2,03%. Pero para la clase media ese efecto es mucho menor. Para avanzar, debemos incorporar elementos de seguro de manera que lo que para los individuos es incertidumbre, sea riesgo para quienes lo manejen. Qué tipo de actor, público o privado, está en mejor posición para gestionar mejor cada tipo de riesgo es materia de discusión. Lo que es importante es que ambos, Estado y sector privado pueden jugar roles.

Si reducimos la incertidumbre en que viven los afiliados haremos un gran aporte a la mejora en la calidad de vida de los chilenos.

Por Guillermo Larraín, profesor titular FEN, U. de Chile

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